En el libro Animal Spirits, Akerlof y Shiller exploran cómo los aspectos psicológicos impactan la economía. En el contexto económico actual, los “animal spirits” representan nuestra relación con la incertidumbre. Estos “animal spirits” son patrones de pensamiento que influyen en las ideas y pensamientos de las personas. Comprender su funcionamiento es clave para entender tanto al ser humano como la gestión económica, proporcionando una visión más clara de cómo la psicología influye en cuestiones, como ¿por qué los sistemas económicos caen en depresiones?, ¿por qué los mercados inmobiliarios experimentan ciclos? o ¿por qué los bancos centrales influyen en la economía?.
Se observa que desde Adam Smith, los economistas han ignorado el papel de lo irracional en las decisiones económicas. Sostienen que las personas actúan de manera racional buscando su propio interés económico.
De acuerdo con el libro ‘La Teoría general, del empleo, el interés y el dinero’ de 1936, Keynes se refería a la confianza como el “animal spirits” más crucial.
Desde la perspectiva de un economista convencional, la confianza en el futuro se percibe como una elección racional. Las personas utilizan la información disponible para realizar pronósticos y luego tomar decisiones fundamentadas en estos, pintando el futuro de manera optimista o pesimista según la confianza que tengan. Sin embargo, hay un elemento adicional a considerar: en ocasiones, la confianza se relaciona con la fe, sobrepasando lo racional. Personas extremadamente confiadas o con una fe inalterable tienden a pasar por alto información relevante. También pueden optar por no procesar la información disponible, o incluso si la procesan racionalmente, pueden actuar de manera irracional basándose en lo que creen que es verdadero.
La historia de la economía está llena de ciclos de confianza. Si miramos hacia atrás, vemos como la confianza varía junto con el ciclo económico, en tiempos prósperos, la confianza impulsa decisiones espontáneas, pero su desaparición puede transformar por completo la dinámica, influyendo así en nuestro comportamiento y manifestándose en diversas situaciones. Un alto grado de confianza en las personas muestra un impacto directo en la economía que a su vez implica un notable impulso en los gastos. Sin embargo, la pérdida de confianza conduce a una detención drástica de las inversiones y a la reducción significativa de los gastos. Es por ello, por lo que los altibajos financieros se atribuyen a la pérdida de confianza, tal y como dijo Keynes :
Cuando la gente decide invertir, lo hace empujada por la confianza
De hecho, esto fue lo que ocurrió en las dos grandes depresiones de Estados Unidos, la de 1890 y la de 1930, ambas marcadas por cambios fundamentales en la confianza económica. Los niveles de confianza eran tan bajos que los bancos disponían de enormes cantidades sin prestar y las empresas no deseaban invertir en nuevo capital, incluso cuando las tasas de interés eran bajas.
Sin embargo, en el ámbito de la macroeconomía, la confianza va y viene. La razón fundamental para comprender la Gran Depresión se encuentra en el efecto multiplicador de la confianza, el cual Keynes convirtió en el eje de su teoría económica. Es el elemento fundamental de la teoría keynesiana, que explica que una disminución ligera del gasto, tendría unos efectos muy magnificados. Si el gasto del Gobierno experimentaba un descenso reducido, pero sustancial, actuaría como un incentivo negativo del Gobierno. Es como un contagio epidémico y social, pues las personas somos empáticas, sentimos las emociones de los demás y por lo tanto contamos historias que se difunden de boca a boca. El paralelismo entre la epidemia de influenza y la caída en la economía resalta la idea de que algo se está propagando. Por lo tanto, la expresión "restaurar la confianza" se convierte en un recurso fundamental para agentes económicos y gobiernos cuando la economía experimenta una recesión.
La evaluación de la confianza ha utilizado durante mucho tiempo encuestas, como el Consumer Sentiment Index de la Universidad de Michigan. Se ha comprobado que este indicador es útil para anticipar cambios en el consumo y la actividad económica, demostrando así la predicción de las fluctuaciones económicas.
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